Friday, April 13, 2007

Entre las estrellas.


"Ven hija, acompáñame un rato..." ¿Qué quiere de mí?
Ella nunca me llama, ella nunca me busca. Siempre estoy sola; mi padre nunca está en casa, se pasa el tiempo en el departamento de otra mujer que no conozco y que sólo una vez ví, desnuda y como devorando a mi padre; y mi madre, esa mujer de mirada ausente y extraña que ahora me llama con arrastrada voz y que nunca se acuerda de mí, es una persona triste, consumida por el miedo, la rabia y los celos, inundando y adormeciendo el dolor en tibios mares de alcohol y barbitúricos que consume cual caramelos en día de fiesta.
Yo tengo 9 años y una muñeca, que tiene la cabeza grande de tanto que le platico y le falta un ojo de todo lo que ha llorado mis penas y mi soledad. Tomo de la mano a mi única amiga y me dirijo extrañada a ver qué quiere mi madre. La encuentro tambaleante, hincada junto a su cama que está llena de botellas vacías de alcohol barato y pequeños botes de plástico anaranjado con etiquetas blancas. Me sonríe de una forma vaga y turbia, pero al menos es una sonrisa. "¿Qué quieres, mami?" Le pregunto asustada de lo que pudiera pasar.
"Quiero que veas cuanto puedo flotar... es sólo un rasguño... no me dolerá..." Y diciendo esto se enterró unas tijeras en la garganta.

Tosió, se revolcó y se atragantó con la sangre que en vano trataba de contener en sus manos cada vez más frías y azules. Me miró con una súplica estridente y se aferró a mi falda con las manos goteantes de vida pegajosa y, agonizante, en un instante se quedó quieta. La miré acostada entre listones rojos por largo tiempo, tomé las tijeras ensangrentadas y me dirigí a mi recámara, las guardé en el cajón junto a mi cama y esperé la noche para ver a mi madre flotar entre las estrellas.

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