Hace muchos años un hombre con espíritu de niño y yo con espíritu de... bodoque? iniciamos una relación muy especial.
Llegué un día lluvioso, como son los de septiembre y ese día comenzó nuestra relación que aunque maravillosa, no ha sido fácil.
Aprendio a cambiar pañales, a llenar botellas con leche, a dar papilla a bañarme y yo a cambio aprendí a sonreir a reír y a mandarle besos cada vez que se iba.
Recuerdo los domingos a las 6 de la mañana cuando lo despertaba para que prendiera la computadora (una commodor 64) para poder jugar, recuerdo los juegos que me compró y los libros de programación en Basic hechos para niños... y ahora comprendo el esfuerzo que significó cada uno.
Recuerdo nuestras visitas a la feria del libro infantil y juvenil, en el que al final, ya cansada, insistía en viajar en los hombros de mi papá.
Y cómo olvidar nuestros paseos por las estaciones y líneas del metro en donde me enseñabas la importancia de ser independiente y saber usar el transporte público, aunque para mí era sólo un gran paseo con destino a las exposiciones de la estación La Raza.
Recuerdo la forma en que me enseñó, siempre un maestro para mí, siempre un reto en cada pregunta, en cada aprendizaje en cada cuestionamiento. Con él aprendí la importancia de no creer a la primera, sino cuestionar, investigar, analizar... y eso creo que es una de las cosas que definen quien soy ahora.
Recuerdo jugar americano en los pasillos de la casa con él y con mi hermana... recuerdo sobre todo y con mucho cariño, cada noche que nos leía uno o dos capítulos de algún libro que había seleccionado con cuidado y la música para despertar dragones.
Muchas veces hemos tenido problemas y diferencias de opinión, pero siempre he admirado quién es y como es y creo que su mejor rol en esta vida, el que más lo vi disfrutar y pelear por el, fue este rol de padre... de maestro en el ejemplo, de la lección en el juego, el padre presente que se involucra en los problemas infantiles, tan graves para nosotros y tan triviales para el resto de los adultos.
El mejor regalo que tuve como niña, lo eligió el... aunque ese día no lo supe sino hasta algunos años después: mi juego de química Mi Alegría que recibí en día de reyes, claro con algunos ingredientes "más interesantes" que fuimos a comprar ese mismo día a la droguería Cosmopolita.
Hoy, los dos somos adultos y seguimos aprendiendo uno del otro, se que me apoya y se preocupa cuando sabe que no estoy bien y yo no quiero decir nada... para mi, el día del padre es cada día del año todos los años, pero me da gusto que haya un día para reflexionar sobre esta increíble relación que es la de un padre y una hija.
Gracias por todo y muchas felicidades Papá.